Casi 400 CDs almacenados en tres cofres fueron descubiertos por mi hija de 13 años hace justo un año. Nos íbamos a mudar y los vio en el trastero. Aunque, lógicamente, sabía qué eran, no había experimentado con ellos.
Al final, los tres cofres estuvieron dos semanas en el salón, y mi hija descubrió el flujo de encontrar un artista o grupo, el ritual de sacar el CD, introducirlo en la cadena de música, dar al Play y estar ojeando el libreto descubriendo letras y curiosidades varias.
Hoy, un año después, no para de decir con tono lacónico: ¡qué rabia que no haya tiendas de discos!
¿Por qué no la llevas a una biblioteca municipal? La de mi barrio tiene una sección de música en CD magnífica e imagino que con un reproductor portátil uno podría hacer algo parecido a lo que hizo tu hija en el suelo del salón.
Fue una idea que me llegó. Pero esos CDs ahora forman parte, nuevamente, del mobiliario.
Volver a escuchar música así es mágico. No sólo por la calidad, sino porque obliga a tener paciencia (te “obliga” a oír la canción entera), te hace entender el orden de las pistas que el artista diseñó. En definitiva, aprecias más y mejor la obra completa.
Con mi padre tuvimos esta misma conversación ayer. Y hablamos también de la integración del shuffle. Decía él que no solo hemos dejado de escuchar discos completos sino que ahora destripamos el orden de los capítulos sin piedad. Sí que hemos perdido esa cosquillita de saber qué canción viene después.
Ahora ya no sé qué es verdad y qué es mentira. Tendrás trastero, tendrás CDs, tendrás… 😆😆Pero, qué importa. Aunque fuese mentira seguiría siendo verdad 😉
Hace una semana me contaba un amigo que él empezó a amar la música a los 15 años. Hasta entonces la música era una obligación y estudios para piano. Lo hizo al descubrir en el desván la colección de vinilos de su padre. Rock de los 70 sobre todo. Decíamos que ya nadie descubriría la música así. Me alegro que aún queden, quizá no descubrimientos como el de mi amigo, pero descubrimientos al fin y al cabo.
Ayer hice repost de Ana Pastor de un tweet sobre Tracy Chapman que ponía esto:
"Recuerdo cuando mi tío vino a casa, por aquel entonces, yo tendría unos 12/13 años, y en su walkman llevaba un cassette de ella: me voló la cabeza, esa voz que te raspa el alma 🙌 " https://x.com/_anapastor_/status/1832887929565548587
> Cassettes - Walkman
> CDs - Discman
Nostalgia de la buena, recuerdos desenterrados, estén en un trastero o en el trastero de tu memoria, ¡qué bueno poder revivir esos CDs y las historias vividas con esa música, cómo lo hacíamos antes!
Pienso mucho en la experiencia de tener en las manos la caja de un CD, sacar el libreto y leer las letras mientras suenan las canciones. Buscar detalles ocultos en las fotos, estudiarme los créditos, comprobar si me suena algún nombre de la lista de agradecimientos. No es nostalgia ni romanticismo: es la sensación de poseer algo de verdad, de disfrutarlo, de paladearlo. Muchos nunca sabrán lo que se siente, y me apena.
Me gustan tus newsletters. Gracias. Me encanta que compartas libros que te han marcado, es mi forma de encontrar libros sobre temas que nnca hubiese pensado, como el de hoy
Has puesto palabras a una intuición que muchos tenemos atragantada: que el exceso de acceso diluye el placer. Gracias por recordarnos que lo importante no siempre cabe en una playlist!
> Como una mantis religiosa, internet devora a sus parejas tras aparearse con ellas.
Intrigante analisis, sobretodo si agregamos el dato de que tambien se devora a si misma, como es el caso de los micro dramas y Reelshort tragandose a Netflix!
La cuestión musical es una idea recurrente para mí. Como bien dice Alberto, el orden de las canciones era un camino sensorial que recorrías en el orden que el artista había diseñado cuidadosamente para ti como oyente, o, si eran tus propias compilaciones, una secuencia que para ti tenía un sentido concreto. Con Spotify y compañía hemos perdido una capa informativa muy rica (y ya no digamos con las carátulas y libretos...).
Curiosamente, me has recordado que, en mi adolescencia, grabé una CD a una persona cercana muy especial. No era un CD cualquiera porque el disco solo contenia una única canción, repetida múltiples veces, que tenía un significado muy particular para nosotros.
Casi 400 CDs almacenados en tres cofres fueron descubiertos por mi hija de 13 años hace justo un año. Nos íbamos a mudar y los vio en el trastero. Aunque, lógicamente, sabía qué eran, no había experimentado con ellos.
Al final, los tres cofres estuvieron dos semanas en el salón, y mi hija descubrió el flujo de encontrar un artista o grupo, el ritual de sacar el CD, introducirlo en la cadena de música, dar al Play y estar ojeando el libreto descubriendo letras y curiosidades varias.
Hoy, un año después, no para de decir con tono lacónico: ¡qué rabia que no haya tiendas de discos!
Qué maravilla, Alberto.
¿Por qué no la llevas a una biblioteca municipal? La de mi barrio tiene una sección de música en CD magnífica e imagino que con un reproductor portátil uno podría hacer algo parecido a lo que hizo tu hija en el suelo del salón.
Fue una idea que me llegó. Pero esos CDs ahora forman parte, nuevamente, del mobiliario.
Volver a escuchar música así es mágico. No sólo por la calidad, sino porque obliga a tener paciencia (te “obliga” a oír la canción entera), te hace entender el orden de las pistas que el artista diseñó. En definitiva, aprecias más y mejor la obra completa.
Se han convertido en una herencia adelantada.
Con mi padre tuvimos esta misma conversación ayer. Y hablamos también de la integración del shuffle. Decía él que no solo hemos dejado de escuchar discos completos sino que ahora destripamos el orden de los capítulos sin piedad. Sí que hemos perdido esa cosquillita de saber qué canción viene después.
No lo había pensado a ese nivel. Qué buena observación.
Ahora ya no sé qué es verdad y qué es mentira. Tendrás trastero, tendrás CDs, tendrás… 😆😆Pero, qué importa. Aunque fuese mentira seguiría siendo verdad 😉
jajajaja, tendré que etiquetar cada cosa con [verídico] o [relato] para que se sepa :D
Es todo verdad, Sergio. EL trastero, los CDs...
Hace una semana me contaba un amigo que él empezó a amar la música a los 15 años. Hasta entonces la música era una obligación y estudios para piano. Lo hizo al descubrir en el desván la colección de vinilos de su padre. Rock de los 70 sobre todo. Decíamos que ya nadie descubriría la música así. Me alegro que aún queden, quizá no descubrimientos como el de mi amigo, pero descubrimientos al fin y al cabo.
Ayer hice repost de Ana Pastor de un tweet sobre Tracy Chapman que ponía esto:
"Recuerdo cuando mi tío vino a casa, por aquel entonces, yo tendría unos 12/13 años, y en su walkman llevaba un cassette de ella: me voló la cabeza, esa voz que te raspa el alma 🙌 " https://x.com/_anapastor_/status/1832887929565548587
> Cassettes - Walkman
> CDs - Discman
Nostalgia de la buena, recuerdos desenterrados, estén en un trastero o en el trastero de tu memoria, ¡qué bueno poder revivir esos CDs y las historias vividas con esa música, cómo lo hacíamos antes!
Pienso mucho en la experiencia de tener en las manos la caja de un CD, sacar el libreto y leer las letras mientras suenan las canciones. Buscar detalles ocultos en las fotos, estudiarme los créditos, comprobar si me suena algún nombre de la lista de agradecimientos. No es nostalgia ni romanticismo: es la sensación de poseer algo de verdad, de disfrutarlo, de paladearlo. Muchos nunca sabrán lo que se siente, y me apena.
bárbaro
Me gustan tus newsletters. Gracias. Me encanta que compartas libros que te han marcado, es mi forma de encontrar libros sobre temas que nnca hubiese pensado, como el de hoy
Me alegra el ratito saber que te resulta útil, Javi. Gracias.
Has puesto palabras a una intuición que muchos tenemos atragantada: que el exceso de acceso diluye el placer. Gracias por recordarnos que lo importante no siempre cabe en una playlist!
Muchas gracias a ti, Jose, por leerlo y por tus palabras.
> Como una mantis religiosa, internet devora a sus parejas tras aparearse con ellas.
Intrigante analisis, sobretodo si agregamos el dato de que tambien se devora a si misma, como es el caso de los micro dramas y Reelshort tragandose a Netflix!
La cuestión musical es una idea recurrente para mí. Como bien dice Alberto, el orden de las canciones era un camino sensorial que recorrías en el orden que el artista había diseñado cuidadosamente para ti como oyente, o, si eran tus propias compilaciones, una secuencia que para ti tenía un sentido concreto. Con Spotify y compañía hemos perdido una capa informativa muy rica (y ya no digamos con las carátulas y libretos...).
Curiosamente, me has recordado que, en mi adolescencia, grabé una CD a una persona cercana muy especial. No era un CD cualquiera porque el disco solo contenia una única canción, repetida múltiples veces, que tenía un significado muy particular para nosotros.
Muy bueno 😃. Lo incluimos en el diario 📰 de Substack en español?